Comencé a tener trato con italianos, pasajeros que iban acercándome un poquito de su tierra... Yo seguía en Buenos Aires, si, pero Italia venia a mi de a pedacitos, en cada una de las personas que fui conociendo. Con ellos descubrí que con mi poco conocimiento del italiano podía comprenderles gracias a esa manera tan gestual que tienen al hablar, casi una lengua de señas con la cual apoyan su idioma... ¡¡SU IDIOMA!!! ¡¡Música para mis oídos !! No importa que digan, no importa si están felices o maldiciéndote su idioma suena como la mejor de las melodías en mis oídos, sus palabras bailan en cuanto las escucho. Podría pasar horas escuchándolos como quien escucha cualquier música en cualquier otro idioma tan sólo por lo bien que suena, sin importar el significado de la letra. Su idioma es música.
E intentando mantenerme conectada con esta cultura retome mis clases de italiano (¡¡Tengo que lograr reproducir esa música!!) Era la manera de sentirla cerca, de estar aquí, pero allá.
Así siguió haciéndose camino este sueño...
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