miércoles, 10 de abril de 2013

En viaje.

Roma, 10337 km. me separan de este sueño, 11 hs.
Ya en el avión voy imaginando momentos, situaciones, frases que tendré que utilizar para comprar, llegar, saludar... Intento recordar palabras precisas, juego a encastrarlas armando una oración que suene bonita, juego con las pocas palabras que sé mientras por la pequeña ventana del avión puedo espiar la inmensidad de un intenso cielo celeste y un colchón de nubes a mis pies. Estamos solos aquí arriba y es inevitable sentirse inmensamente pequeño frente a este cielo que nos envuelve transformando al avión en un pequeño avioncito de papel, que planea inconscientemente sobre el Océano Atlántico mientras se me hace imposible no cantar esta canción...

Se mece como una cuna, no quiero dormirme, quiero sentir, vivir cada uno de los momentos pero la realidad es que tengo sueño, las dos últimas noches en Buenos Aires fueron intensas y sólo me dieron algunas pocas horas de descanso.
Cuatro de la tarde y  sirven la cena. Toda la tripulación nos habla en italiano. Lo primero que nos ofrecen es la bebida, vino bianco, vino rosso, cola, agua, jugo de naranja o de pesca.  El ambiente se vio invadido por un aroma a estofado y sentí apetito. Enseguida otra azafata nos ofrece las opciones para cenar, ¿carne o passsssssssssssssssssta?.  El estofado me había tentado, pero bastó que la azafata diga "passsssssssssssssssssssssta" para que esa "S" sedujera mis oídos, mi paladar, mi estomago .. Passssssta, esa "S" interminable, sostenida, que suena como un zumbido colocando los primeros dientes de arriba con los de abajo. Passsssssta...  La carne se veía y olía mas atractiva, pero a mí me ganó el sonido de la "S". La pasta finalmente eran canelones de ricota y espinaca con salsa blanca, lo acompañamos con vino tinto que en en la boca se sentía liviano y dulce. Esto fue suficiente para finalmente dedicarme a dormir.
Volando a una velocidad de 920 km/h el viaje se hace bastante corto, cuando menos me lo imagino ya veía Roma a mis pies. No puedo evitar llorar cuando el piloto solicita abrocharse los cinturones y prepararnos para el aterrizaje, mi sueño ya es una realidad.





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