domingo, 15 de septiembre de 2013

Cierro paréntesis, Genova.

Volver a Italia fue como volver a casa y llegar a Genova me hizo sentir mas cerca aun de mi hogar. Las diferencias en el paisaje con Venecia eran abismales. La ciudad de los canales y la ropa de marca daba lugar a una ciudad muy cercana a lo que yo conocía. No en su apariencia edilicia, quizás en eso y en parte, aun se parecía a Venecia, pero la gente (Genova tiene una de las mas grandes comunidades de latinos de Italia, sobre todo de Peruanos.), la manera de moverse, la comida...
Desde el aeropuerto tomamos un bondi que nos dejo en medio de una ruta, de ahí debíamos tomar otro que nos dejaría a pocas cuadras de la casa de Marco, nuestra primer experiencia con AirBnb. Bajamos cerca del acuario desde donde caminando algunas cuadras encontraríamos Piazza del Angelo. Comenzamos a caminar por la avenida costanera repleta de inmigrantes vendedores ambulantes de Nigeria, Perú, India, Turquía. La mezcla de culturas tan diferentes me llamo la atención. Frente a esta recova, donde se ofrecían desde maletas hasta todo tipo de adaptadores, se encontraba el puerto de la ciudad, desde donde quizás zarpó Colon, el genovés mas famoso, con ansias de descubrir nuevos mundos.



El aroma a pescado acompañaba cada paso, no tardaron en aparecer pescaderías repletas de ejemplares jamas vistos.





Si Venecia nos había parecido laberíntica, Genova nos lo pareció mucho mas aun. Sus callecitas mucho mas estrechas, tanto que apenas dejan pasar la luz del sol, impedían que los autos transitaran con fluidez sobre esas calles-veredas, donde transito y peatones deben convivir. Buscando Piazza del Angelo conocimos una de las calles principales, muy similar a cualquier callecita del once.





Nos costo llegar al albergo, pero una vez ahí conocimos a Marco quien vivía en un departamento con 3 habitaciones, dos de las cuales las alquilaba.

Nos dio las llaves, la clave de internet, nos mostró las instalaciones, nos acomodamos y salimos a descubrir la ciudad de Cristoforo Colombus.
Eran casi las 5 de la tarde y al salir de la casa de Marco, nos dirigimos hacia una panadería que él mismo nos había recomendado, comprar la mejor fainá y focaccia de Italia, y así fue. Los intensos sabores se apropiaron de cada una de mis papilas gustativas y se guardaron en mi memoria como los mejores de Italia... El sabor de la focaccia suave, gomosa, desmenuzable, apenas crocante en su parte alta bañada en aceite de oliva permanecerá para siempre en mis recuerdos; la farinata, o fainá en dialecto genoves, es completamente diferente a lo que nosotros conocemos como tal. Mas fina, con sabor mas intenso y el secreto del aceite de oliva que debe incluirse en cada comida que quiera llamarse italiana.


La lluvia no nos impidió recorrer la ciudad y perdernos en sus calles. Conocer la casa de Colón, casi olvidada en una esquina, las iglesias y catedral, mejores que cualquier museo de arte, la Piazza Ferrari y su fuente de agua azul. 



Caminamos bajo la lluvia descubriendo cada rincón de la ciudad, teníamos solo un día para mimetizarnos con ella.
Ya caída la noche los aromas a levadura y pescado caminaban a nuestra par. Queríamos seguir paseando, pero sabíamos que si no cenábamos temprano, luego de las 21.00 hs. seria difícil conseguir algún lugar abierto... Y eso fue lo que sucedió. Decidimos entonces volver a una de las calles principales. Divisamos a lo lejos una lucesita y un pequeño tumulto de gente... Una pizzeria, quizás la única abierta a esa hora.
Entramos y pedimos la mejor pizza italiana. Mientras tanto, en la barra, comía un grupo de 5 hombres, hablaban de fútbol con ese cantito que estira las palabras. Nosotros elegíamos que birra tomar, nos decidimos por Moretti, que nos acompañaría en todo nuestro viaje.


La mejor pizza de Italia estuvo lista en muy poco tiempo. La ragazza que atendía el mostrador tomó una caja, colocó la pizza dentro, dobló las partes de la pizza que sobresalían de la caja, y cerró la tapa. Nos fuimos a casa con las manos calentitas de sostener la caja y la boca hecha agua del aroma que salía de ella. 
El show de sabores que disfrutamos al levantar la tapa fue el mejor de mi vida. Muzzarella, panceta, champignones, pequeños trocitos de chorizo, aceitunas negras y verdes, roquefort, provolone, jamón... Todos reunidos sobre una suave masa entre crocante y mullida... Uff!!! Sin dudas, la mejor pizza de Italia.
Panza llena, corazón contento, nos fuimos a dormir.

Al día siguiente nos despertamos temprano, desayunamos café con leche con tostadas y nutella, y fuimos a conocer el Cementerio Monumental de Staglieno, uno de los cementerios mas monumentales del mundo debido a la belleza de sus grupos escultóricos realizados en mármol de Carrara. Este lugar es simplemente magnifico, sorprendente, majestuoso. 
Cuando se construyó el cementerio de Staglieno en 1851, Génova integraba un importante centro cultural y económico en Italia, atrayendo a numerosos burgueses acomodados, deseosos de erigir monumentos para rememorar sus logros morales y su notoriedad, desarrollando en Staglieno una tradición de imponentes esculturas funerarias. Las familias que poseían grandes fortunas contrataban a escultores de renombre, compitiendo entre sí y encargando obras de gran belleza y realismo para adornar sus sepulcros.

El lugar es maravilloso,





le hubiéramos dedicado mucho mas tiempo, pero teníamos que volver al departamento a buscar nuestras cosas.
En el camino encontramos una casa de pastas para llevar. Podías elegir entre diferentes tipos de pastas o pastas rellenas y una amplia variedad de salsas. Definitivamente la mejor comida de Italia se encuentra en Genova...   Jojo optó por ravioles de pesce y yo almorcé unos ravioles de alcauciles al pesto genoves que te la voglio dire!!!!!La visita a Genova, claramente, fue muy corta.
El tren nos esperaba con destino a Pisa.